Nomadismo es una palabra que entró en mi vocabulario a través de Antonio Cordero. Hay muchas palabras que no forman parte de nuestra cultura, que designan ideas ajenas que difícilmente podemos comprender y que sólo podemos definir negativamente por lo que no son. Nomadismo es una de ellas. Este libro trata de cómo el protagonista se vuelve nómada. El nómada no es reflexivo y el libro no contiene ninguna clase de ontología. En el momento en que quema sus billetes, la vida se convierte en una sucesión de días distintos en los que la rutina no existe, no puede existir porque el entorno cambia constantemente.
Tampoco se le pueden aplicar los conceptos clásicos de la novela: no hay una historia y, aunque hay un comienzo, no hay un final. Aunque haya aventuras, no es una novela de aventuras. No hay princesas, ni tesoros escondidos, no hay retos a los que los protagonistas deban enfrentarse. Se limitan a vivir: no tienen problemas existenciales porque carecen de objetivos. En este sentido, la novela no está terminada, está impresa. De algún modo, la historia continúa fuera del alcance del lector.
Por Juan Romero