Desfrío no es el revés del frío, no es tampoco calor. Es una temperatura en metamorfosis que no existe, que pasa del frío de lo vivo en el límite norte (-25º) a la temperatura estable, algor mortis, de la escucha, de la extrema atención (25º). Que entrega el propio magma para hundirse en el centro solar, en la contemplación de los núcleos escindidos y encadenados de la explosión (15.000.000º). Es el itinerario de un pájaro varado que no puede migrar, que se separa de su bandada para permanecer quieto en el frío, atento a sus crujidos, a sus reverberaciones, a los ensueños de la hibernación, y por fin al cese de la máquina de las imágenes. Lo que vuela a la inversa, excava hacia arriba, se sumerge en lo contraído por escisión. Lo que moja sus plumas en fuego y vuela junto a otras aves separadas (patos abrasados, grullas de luz).