Reseña de AM/PM, de Enrique Mercado, en el blog Valentinos, de Víktor Gómez

Florencia. Deberían poner una oficina de reclamaciones contra la realidad.

E. M. De \»A ratos\»

am/pm marca la línea divisoria en la trayectoria poética de Enrique Mercado, autor de La Explanada (Germania, 2003), libro muy valorado entre los poetas de su generación por la precisión y exactitud de sus versos, y donde se hace verdad aquella máxima de Joan Miró que Joan Brossa aplicó a los poemas del propio Enrique Mercado: \»Hay que dar la máxima emoción con el mínimo de sensación\». Me llegó este libro hace un par de viernes. Y poco a poco fui dejando a un lado su lectura, retrasando el encuentro. Si que le dí un tiento en el viaje en tren desde Madrid a Valencia. Lo suficiente para entender que sólo en un momento de suma atención podría viajar por estas páginas intensas y emotivas sin caer en la banalidad de creerme que estaba leyendo una biografía de un inquieto y avispado joven cuya frontera actual es el paso de la juventud a la madurez, de la vivaz locura a la serenidad reflexiva. En realidad, es todo más sencillo e imposible de resumir. La persona/mundo, la cultura/átomo/cósmos, la complejidad de ser contradictorio, libre, insumiso de la moralina y del mal llamado \»sentido común\», la confianza en lo inverosímil y sus derivas sintácticas, su expansivo lenguaje, su gramática irreverente, las imágenes superpuestas, el collage, las fugas y los retornos. am/pm marca las vicisitudes del tiempo sobre la conciencia, su fragmentación, su dispersión y hasta su disenso para ser armónica aventura, por el hecho de conciliar contrarios. Poemas o textos poéticos de alto voltaje confesional para acabar no hablando de sí mismo, sino de muchos y muchas que se han borrado de nuestras mentes, o que nunca llegamos a conocer, la gente de nuestra generación los nacidos entre 1962-1967. Es su tiempo, sus conflictos, lo que en este poemario se expone. Una desnudez. No una proposición o racionalización objetiva, no una interpretación de aquella vida colectiva, sólo su desnudez. Un hombre-mundo desnudo. Que sin prisas, corrió hacia la velocidad como un relámpago. Y ahora, que \»los músicos dejaron de tocar música\» recuerda (recordamos) que Juan Larrea fue ese poeta que sí representaba la historia de su generación, como suele ocurrir, quizá por estar ninguneado, olvidado, mejor que nadie. Ningún desnudo engaña, pero hay que saber leerlo.

Víktor Gómez

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